Vasos Congénitos

Han pasado cien años
y aún escucho el
crujir de los
automóviles
escucho el
chasquido
electrificante
de mis rodillas al
contacto con el aire.
Esto es el sol de las ruedas
como una extrema placa
capaz de regular
mis estados de humor
el sol contra las gotas de cemento
encendiendo las ruedas
esta estrella que nada
en mis venas.
Cuando no sé dormir
pienso en lo gaseoso
y me deslizo
por un
ajedrez
saltando del blanco hasta el azul
yo sufro
de mis metarmorfosis
ahora que estoy real y tengo
el metacarpo
el conjuro
el forúnculo
la placa cuyo punto cardinal
es mi materia.
Si todavía escribo esto
es para disuadirme de la extrema pobreza
que gobierna
mi alma
sueño
cuando no puedo más
que soy una muchacha atormentada
por un gran amor
que me parezco a la hierba
que duermo
cubierta
por una semilla
y recibo a la mañana
con un dulce lirio de miel
acariciando mi sexo.
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