Días De Paja
A la izquierda, grabado de Hiroshige representando El puente Ohashi y Atake bajo una lluvia repentina; a la derecha, copia de Van Gogh de este grabado japonés
Él dijo de repente
que ya no le gustaban los versos de Rimbaud,
y siendo como era
el ser más bello de la tierra,
y así como su cara, que juro que toqué,
era algo etéreo,
una noche en un rincón cualquiera,
una esquina y su pequeña figura
fueron la oscuridad
y el pasto de las lágrimas.
Él pudo haber perdido algún amor
y ya no amaba,
él pudo haber quemado su sed y su chaqueta
y enterraba en la sombra
dos cruces que se contradecían,
él quería que fuera necesario,
llevar su inexistencia
hasta los últimos límites.
Y le dolía ser
la raiz de mis vientos,
y yo observaba
a millares de millas
la brevedad de su jersey
y las leyes del tiempo.
Él pronunció sobre mis cara
la maldición de escribir
y me ataba a su pie
en el error de sus discursos,
yo pensaba en su pantalón
y tenía el poder de su voz
que me reconciliaba
con la velocidad de los motores,
y todo el dolor de las arenas
era diferenciable nada más
por el contagio de sus manos.
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