El Infinito Borrado
Olvidemos el mar
para leer al otro lado
lo frágil de tu piel
y porque arrastras carruajes de arena
inflamados por el sol,
acordemos la hora para el ojo
cuando entre a tocar
esa masa de agua
que se condensa en tus pupilas,
decir:
tus pupilas...
como un solemne gesto de silencio.
Diría mucho más
a cerca de la desgarradura de tu piel,
diría cómo las cosas suceden en las uñas,
cómo el grito cortado en la garganta.
Y es que escucho, embellecidamente escucho,
los látigos que saltan de tus manos
en dirección a la tumba,
podría hacerte tocar con mis propios nudillos
el arte de la miseria,
el llamamiento a filas del rey de los gusanos
y toda la geografía de lo acuático
y pintar con tu sangre
y crear el azufre.
Y sin embargo,
lo único que desespero
es el derrumbamiento de toda tu corte,
la caída, la mirada postrada
de todos tus emblemas,
y después
el desfile de la ternura de tu piel
donde mi voz se opaca
y me atrevo a nombrar a la luna.
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