Alas de mariposa se extienden por el suelo
y no tengo una sóla palabra para enterrarte,
son las flores del odio
las benditas palomas de la paz.
Abro mis manos para arrancarme los obuses
y las zonas turbias de la metralla
y tu mirada gira a la izquierda
y te hablo con oro y sangre
y muchas letras de caucho
y no puedo dejar de mentir
cuando proclamo que el azul
es un espacio muerto sobre el tabulador,
yo sé que estoy mintiendo
y llevo en las entrañas
un astro de ceniza.
Y toda la geografía miente
y practica el culto a la oscuridad
mientras la luz de la mañana
corrompe las aceras
y tu mirada a la derecha se extravía
y pienso en ti
como una estrella hueca.
Pero un golpe de aire me dice
que han existido las palomas,
entonces apago la luz
y leo
Capital Del Dolor
puntuando la desesperación
con mi ramo de sangre
buscando su infinito.
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